Cómo medir un caballo ¡La vieja usanza..!

Los caballos se miden en centímetros. En algunos países, como Reino Unido e Irlanda, donde hay multitud de caballos, se miden por “manos” ( Una mano = 10cm ) o “pulgadas” (Una pulgada = 2.5cm); una mano tiene cuatro pulgadas.

En España, antiguamente y persiste en algunas zonas a día de hoy, se mide a los caballos por “dedos”. Se parte de una medida que es la “marca” (1.465 metros), a partir de esa marca se cuentan dedos… así como por ejemplo:

  • 1 dedo:        1.480 m
  • 2 dedos:       1.497 m
  • 3 dedos:       1.515 m
  • 15 dedos:     1.725 m

En definitiva, a todos los caballos de alzada inferior a 1.48 m se le llama Poni, si lleva herraduras el poni puede llegar a medir 1.49 m.

A día de hoy, es muy habitual el uso del Hipómetro para medir a los caballos.

En Mi tienda Hípica, disponemos de varios tipos y materiales.

Hipómetro bastón medidor, con forma de bastón a la vieja usanza. ¡Siempre nos gusta volver a los viejos tiempos! Este bastón es de madera, tiene una barra metálica interior extensible para medir la altura a la cruz del caballo. Se puede medir hasta 1,80 metros.

Hipómetro bastón aluminio, igual que el de madera, se diferencia del anterior en su ligero peso y facilidad para limpiarlo.

-Hipómetro de Alumino profesional, tanto para caballos como para potros. Se caracteriza por su peso ligero y resistencia. Además posee nivel de burbuja para una adecuada colocación.

¿Os hemos ayudado? ¡Esperemos que si 🙂 ! ¡Hasta la próxima!

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La primera etapa en mi Aprendizaje: «El sentido del Olfato»

Empezaremos con una frase que desde pequeña mi padre me decía:

«Para ser un buena amazona… hay que conocer todas y cada una de las características del caballo»

Esta fue la primera etapa en mi aprendizaje y la base para conocer un buen o mal caballo.

Día tras día intentaba memorizar todo lo que me contaba mi hermana, referente para mí en este apasionado mundo. Supo enseñarme a querer a los caballos. ¡Su cuerpo parecía estar pegado a aquella silla vaquera que tanto pesaba! Su disciplina era magnifica, su voz estaba por encima de todo… ¡sólo con hablarle a aquel caballo, que tanto queríamos en casa y tantos años duró, le obedecía con gusto! Parecía que se reconocieran mutuamente.

Cuando me subía a su caballo siempre le decía: «¿Por qué a mí no me hace el caso que a ti?«. Ella me contestaba: «Con el sentido del olfato, distinguen a los amigos respecto de los desconocidos, sé paciente, todo llegará… Llegará el día en el que con un tan sólo «tranquilo, nada pasará…» «unas palmadas en el cuello…» confiará en ti… A veces sentirá miedo hasta de su propia sombra,  será tu voz quien le calme. Un caballo no se conoce en un día, la confianza se adquiere con el tiempo y la dedicación.»

Había días que no montaba a caballo, no me importaba, aprendía viéndola, ¡quería ser como ella! Sabía que llegaría el día que cada una ensillase un caballo y me enseñase cosas, me corrigiese…

¡Y llegó ese día tan esperado! Aquellas rutas por el campo, esas conversaciones de hermanas que no se olvidan y se recuerdas con tanto cariño que cuando te paras a pensarlas… retrocede el tiempo… tu cuerpo se hace pequeño, su voz suena a hermana mayor.

Esta fue una de las primeras lecciones que aprendí apoyada en aquella valla verde que rodeaba el picadero mientras ella montaba: el sentido del olfato.

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